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Lectura de Hoy

01-08-2024

DEVOCIONAL

Devocional: Hechos 19

Uno de los relatos más extraños del libro de los Hechos trata sobre los siete hijos de Esceva (Hechos 19:11-20). El ministerio de Pablo en Efeso duró bastante tiempo, tal vez dos años y medio, y durante el mismo, “Dios hacía milagros extraordinarios por medio de Pablo” (19:11). El resultado fue que varios “competidores” trataron de igualarlo. Esto, en sí mismo, no es sorprendente.

Siempre ha sido así. Cuando Dios le dio un poder especial a Moisés para que hiciera milagros ante el faraón, los magos de Egipto pudie- ron reproducir casi todo (aunque no todo) lo que él hizo.

De manera que, en la época de Pablo, algunos judíos inmersos en el sincretismo viajaban y llevaban a cabo una especie de ministerio de libera- ción. No sabían muy bien en qué se habían metido. Cuando vieron lo que Pablo hacía en el nombre de Jesús, comenzaron a referirse a ese nombre también, como si fuera un talismán mágico: “Decían: ‘En el nombre de Jesús, a quien Pablo predica, os ordeno que salgáis” (19:13).

Los siete hijos de Esceva, un sacerdote judío, estaban especialmente involucrados en esta operación. Un día, el espíritu maligno que intentaban exorcizar les respondió: “Conozco a Jesús, y sé quién es Pablo, pero vosotros ¿quiénes sois?” (19:15). Entonces el hombre poseído por este espíritu se aba- lanzó sobre ellos y les dio una paliza a los siete. Observa:

Primero, el resultado de este encuentro fue completamente beneficio- so. Cuando la historia circuló, a muchos les entró un temor saludable y un mayor respeto por el nombre del señor Jesús. Era un nombre tan poderoso que no se podía utilizar como si fuera una fórmula mágica. Este nombre no podía ser domesticado. Como resultado, se puso freno a la fascinación con las prácticas ocultistas. Muchos confesaron sus prácticas malvadas y otros trajeron sus libros de hechicería y los quemaron. La suma del precio de es- tos libros fue una cantidad enorme (19:17-19). “Así la palabra del Señor cre- cía y se difundía con poder arrollador” (19:20).

Segundo, el elemento verdaderamente chocante es la declaración del espíritu maligno: “Conozco a Jesús, y sé quién es Pablo, pero vosotros ¿quiénes sois?” Uno puede entender por qué los poderes demoníacos conocerían a Je- sús. Eso no sorprende. ¡Pero a Pablo también lo conocen! Su ministerio había estado atacando a los poderes de las tinieblas. Se sabía que él estaba pro- tegido y defendido por el Cristo vivo— el demonio no podía poseerlo de ninguna manera para darle una paliza. Con los otros personajes, era otra historia; el demonio pensaba que eran un hazmerreír, fáciles de ignorar, de subyugar y de avergonzar. ¡Pero Pablo era conocido!

Los cristianos que estén luchando contra el Enemigo serán conocidos, no sólo en los atrios del cielo, sino en los del infierno.  

Este devocional es un extracto de Por amor a Dios, Volumen I, por Donald A. Carson © Andamio Editorial, 2013. Usado con permiso.
Devocional: Jeremías 28
Finalmente, la disputa entre Jeremías y los falsos profetas se concreta en un enfrentamiento particular, el que se produce entre Jeremías y Jananías (Jeremías 28). El motivo no puede ser más claro. El primero insiste en que, si Judá no se arrepiente, su capital Jerusalén será destruida, la mayor parte de su población perecerá y el resto acabará en el cautiverio. El segundo afirma que, dentro de los dos años siguientes a su declaración, es decir, a partir de 594 a.C. (aún siete años antes de que tuviese lugar la destrucción definitiva), Dios liberaría a la ciudad de forma milagrosa.

El rey legítimo, Jeconías (que ya había estado en el exilio durante tres o cuatro años), volvería a su trono y los tesoros llevados del templo regresarían al mismo. Ambos profetas hablan en el nombre del Señor. ¿A quién debería creer el pueblo y por qué?

En este caso, existen dos referencias cronológicas útiles con las que poner a prueba a ambos profetas. Primero, Jananías estipula que su profecía se cumplirá dentro de los siguientes dos años (28:3). Cuando eso no ocurra, aún quedarán unos cinco años hasta la catástrofe final, mucho tiempo para que el pueblo se arrepienta. Segundo, se nos dice que, poco después de la dramática confrontación entre ambos profetas en el templo, el Señor habla a Jeremías acerca de la muerte inminente de su rival, impuesta por él mismo. Sus palabras para Jananías son: “Voy a hacer que desaparezcas de la faz de la tierra. Puesto que has incitado a la rebelión contra el Señor, este mismo año morirás” (28:16). Siete meses después, el falso profeta muere (28:17). ¿No debería tomar nota de ello toda la nación y volverse al Señor?

De hecho, existe una señal más elocuente para aquellos con ojos para ver. Jeremías afirma: “Los profetas que nos han precedido profetizaron guerra, hambre y pestilencia contra numerosas naciones y grandes reinos. Pero a un profeta que anuncia paz se le reconoce como profeta verdaderamente enviado por el Señor, sólo si se cumplen sus palabras” (28:8-9). Es una perspectiva excepcional. Jeremías no niega que un profeta de Dios fiel pueda predecir la paz en unas circunstancias históricas particulares, pero considera tan improbable esa posibilidad que aboga implícitamente por cierto escepticismo saludable hasta que la paz predicha se haya producido realmente. Por el contrario, los temas habituales y esperados de los profetas fieles tienen que ver con “guerra, hambre y pestilencia contra numerosas naciones y grandes reinos”. No quiere decir que los profetas fieles sean adustos y macabros, sino que hablan del pecado y de sus horribles consecuencias, avisando a las personas para que huyan de la ira venidera. Jeremías declara que esa es la raíz del auténtico ministerio profético. ¿Lo es también del tuyo?

Este devocional es un extracto de Por amor a Dios, Volumen II, por Donald A. Carson © Andamio Editorial, 2016. Usado con permiso.
Jueces 15
Las zorras incendiarias
15 Después de algún tiempo, en los días de la siega del trigo, sucedió que Sansón fue a visitar a su mujer con un cabrito, y dijo: «Llegaré a mi mujer en su recámara». Pero el padre de ella no lo dejó entrar. Y el padre dijo: «Realmente pensé que la odiabas intensamente y se la di a tu compañero.

¿No es su hermana menor más hermosa que ella? Te ruego que la tomes en su lugar».

3 Entonces Sansón le respondió: «Esta vez no tendré culpa en cuanto a los filisteos cuando les haga daño». 4 Y Sansón fue y capturó 300 zorras, tomó antorchas, juntó las zorras cola con cola y puso una antorcha en medio de cada dos colas. 5 Después de prender fuego a las antorchas, soltó las zorras en los sembrados de los filisteos, quemando la cosecha recogida, la cosecha en pie, y además las viñas y los olivares.

6 Entonces los filisteos dijeron: «¿Quién hizo esto?». Y les respondieron: «Sansón, el yerno del Timnateo, porque este tomó a su mujer y se la dio a su compañero». Y los filisteos vinieron y la quemaron a ella y a su padre. 7 Y Sansón les dijo: «Ya que actúan así, ciertamente me vengaré de ustedes, y después de eso, cesaré». 8 Sin piedad los hirió con gran mortandad. Y descendió y habitó en la hendidura de la peña de Etam.

La quijada de asno

9 Entonces los filisteos subieron y acamparon en Judá, y se esparcieron por Lehi. 10 Y los hombres de Judá dijeron: «¿Por qué han subido contra nosotros?». Y ellos dijeron: «Hemos subido para prender a Sansón a fin de hacerle como él nos ha hecho». 11 De Judá descendieron 3,000 hombres a la hendidura de la peña de Etam, y dijeron a Sansón: «¿No sabes que los filisteos reinan sobre nosotros? ¿Qué, pues, es esto que nos has hecho?». «Como ellos me hicieron, así les he hecho», contestó él.

12 Y ellos le dijeron: «Hemos descendido para prenderte y entregarte en manos de los filisteos». «Júrenme que no me matarán», les dijo Sansón. 13 Ellos le respondieron: «No, sino que te ataremos bien y te entregaremos en sus manos. Ciertamente no te mataremos». Entonces lo ataron con dos sogas nuevas y lo sacaron de la peña.14 Al llegar él a Lehi, los filisteos salieron a su encuentro gritando. Y el Espíritu del Señor vino sobre él con poder, y las sogas que estaban en sus brazos fueron como lino quemado con fuego y las ataduras cayeron de sus manos. 

15 Y halló una quijada de asno fresca aún, y extendiendo su mano, la tomó y mató a 1,000 hombres con ella.

16 Entonces Sansón dijo:

«Con la quijada de un asno,
Montones sobre montones,
Con la quijada de un asno

He matado a 1,000 hombres».17 Al terminar de hablar, arrojó la quijada de su mano, y llamó a aquel lugar Ramat Lehi.18 Después sintió una gran sed, y clamando al Señor, dijo: «Tú has dado esta gran liberación por mano de Tu siervo, y ahora, ¿moriré yo de sed y caeré en manos de los incircuncisos?». 19 Y abrió Dios la cuenca que está en Lehi y salió agua de ella. Cuando bebió, recobró sus fuerzas y se reanimó. Por eso llamó a aquel lugar En Hacore, el cual está en Lehi hasta el día de hoy.

20 Sansón juzgó a Israel veinte años en los días de los filisteos.

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Hechos 19
LIBRO QUINTO
Pablo en Éfeso
19 Mientras Apolos estaba en Corinto, Pablo, después de haber recorrido las regiones superiores, llegó a Éfeso y encontró a algunos discípulos, 2 y les preguntó: «¿Recibieron el Espíritu Santo cuando creyeron?». Ellos le respondieron: «No, ni siquiera hemos oído si hay un Espíritu Santo».

3 Entonces Pablo les preguntó: «¿En qué bautismo, pues, fueron bautizados?». «En el bautismo de Juan», contestaron ellos. 4 Y Pablo les dijo: «Juan bautizó con el bautismo de arrepentimiento, diciendo al pueblo que creyeran en Aquel que vendría después de él, es decir, en Jesús».

5 Al oír esto, fueron bautizados en el nombre del Señor Jesús. 6 Cuando Pablo les impuso las manos, vino sobre ellos el Espíritu Santo, y hablaban en lenguas y profetizaban. 7 Eran en total unos doce hombres.

La iglesia se establece en Éfeso

8 Pablo entró en la sinagoga, y por tres meses continuó hablando abiertamente, discutiendo y persuadiéndoles acerca del reino de Dios. 9 Pero cuando algunos se endurecieron y se volvieron desobedientes, hablando mal del Camino ante la multitud, Pablo se apartó de ellos llevándose a los discípulos, y discutía diariamente en la escuela de Tirano. 10 Esto continuó por dos años, de manera que todos los que vivían en Asia oyeron la palabra del Señor, tanto judíos como griegos.

11 Dios hacía milagros extraordinarios por mano de Pablo, 12 de tal manera que incluso llevaban pañuelos o delantales de su cuerpo a los enfermos, y las enfermedades los dejaban y los malos espíritus se iban de ellos. 13 Pero también algunos de los judíos, exorcistas ambulantes, trataron de invocar el nombre del Señor Jesús sobre los que tenían espíritus malos, diciendo: «Les ordeno que salgan, en el Nombre de Jesús a quien Pablo predica».

14 Siete hijos de un tal Esceva, uno de los principales sacerdotes judíos, eran los que hacían esto. 15 Pero el espíritu malo les respondió: «A Jesús conozco, y sé quién es Pablo, pero ustedes, ¿quiénes son?».16 Y el hombre en quien estaba el espíritu malo se lanzó sobre ellos, y los dominó y pudo más que ellos, de manera que huyeron de aquella casa desnudos y heridos. 17 Supieron esto todos los habitantes de Éfeso, tanto judíos como griegos. El temor se apoderó de todos ellos, y el nombre del Señor Jesús era exaltado.18 También muchos de los que habían creído continuaban viniendo, confesando y declarando las cosas que practicaban. 

19 Muchos de los que practicaban la magia, juntando sus libros, los quemaban a la vista de todos. Calcularon su precio y hallaron que llegaba a 50,000 monedas de plata (180 kilogramos). 20 Así crecía poderosamente y prevalecía la palabra del Señor.

Los planes de Pablo

21 Pasadas estas cosas, Pablo decidió en el espíritu ir a Jerusalén después de recorrer Macedonia y Acaya, diciendo: «Después que haya estado allí, debo visitar también Roma». 22 Y habiendo enviado a Macedonia a dos de sus ayudantes, Timoteo y Erasto, él se quedó en Asia por algún tiempo.

El tumulto de los plateros

23 Por aquel tiempo se produjo un alboroto no pequeño por motivo del Camino. 24 Porque cierto platero que se llamaba Demetrio, que labraba templecillos de plata de Diana y producía no pocas ganancias a los artífices, 25 reunió a estos junto con los obreros de oficios semejantes, y dijo: «Compañeros, ustedes saben que nuestra prosperidad depende de este comercio. 26 Pueden ver y oír que no solo en Éfeso, sino en casi toda Asia, este Pablo ha persuadido a una gran cantidad de gente, y la ha apartado, diciendo que los dioses hechos con las manos no son dioses verdaderos. 

27 Y no solo corremos el peligro de que nuestro oficio caiga en descrédito, sino también de que el templo de la gran diosa Diana se considere sin valor, y que ella, a quien adora toda Asia y el mundo entero, sea despojada de su grandeza».28 Cuando oyeron esto, se llenaron de ira, y comenzaron a gritar: «¡Grande es Diana de los efesios!». 29 La ciudad se llenó de confusión y a una se precipitaron en el teatro, arrastrando consigo a Gayo y a Aristarco, los compañeros de viaje de Pablo, que eran de Macedonia. 30 Cuando Pablo quiso ir a la multitud, los discípulos no se lo permitieron. 

31 También algunas de las autoridades de la provincia de Asia, que eran amigos de Pablo, le enviaron mensaje y repetidamente le rogaron que no se aventurara a presentarse en el teatro.32 Así que unos gritaban una cosa y otros otra, porque había confusión en la asamblea, y la mayoría no sabía por qué razón se habían reunido. 33 Algunos de la multitud pensaron que se trataba de Alejandro, puesto que los judíos lo habían empujado hacia adelante. Entonces Alejandro, haciendo señal de silencio con la mano, quería hacer su defensa ante la asamblea. 34 Pero cuando se dieron cuenta de que era judío, un clamor se levantó de todos ellos, gritando como por dos horas: «¡Grande es Diana de los efesios!».

35 Entonces el secretario, después de calmar a la multitud, dijo*: «Ciudadanos de Éfeso, ¿hay acaso algún hombre que no sepa que la ciudad de los efesios es guardiana del templo de la gran Diana y de la imagen que descendió del cielo? 36 Puesto que estos hechos son innegables, deben guardar calma y no hacer nada precipitadamente. 37 Porque han traído a estos hombres que ni roban templos, ni blasfeman a nuestra diosa.38 »Así pues, si Demetrio y los artífices que están con él tienen queja contra alguien, los tribunales están abiertos y los procónsules dispuestos; presenten sus acusaciones unos contra otros. 

39 Pero si demandan algo más que esto, se decidirá en asamblea legítima. 40 Porque ciertamente corremos peligro de ser acusados de crear problemas en relación con lo acontecido hoy, ya que no existe causa justificada para esto, y por ello no podremos explicar este alboroto». 41 Y habiendo dicho esto, despidió la asamblea.

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Jeremías 28
Falsa profecía de Hananías

28 En el mismo año, al comienzo del reinado de Sedequías, rey de Judá, en el año cuarto, en el mes quinto, el profeta Hananías, hijo de Azur, que era de Gabaón, me dijo en la casa del Señor en presencia de los sacerdotes y de todo el pueblo: «Así dice el Señor de los ejércitos, el Dios de Israel: “He quebrado el yugo del rey de Babilonia. Dentro de dos años haré volver a este lugar todos los utensilios de la casa del Señor, que Nabucodonosor, rey de Babilonia, tomó de este lugar y llevó a Babilonia. 

Y a Jeconías, hijo de Joacim, rey de Judá, y a todos los desterrados de Judá que fueron a Babilonia, Yo los haré volver a este lugar”, declara el Señor, “porque romperé el yugo del rey de Babilonia”».hasta el día en que Yo los visite”, declara el Señor. “Entonces los traeré y los restituiré a este lugar”».

5 Entonces el profeta Jeremías respondió al profeta Hananías en presencia de los sacerdotes y en presencia de todo el pueblo que estaba de pie en la casa del Señor; 6 y el profeta Jeremías dijo: «Amén, así lo haga el Señor. Confirme el Señor tus palabras, que has profetizado para que sean devueltos los utensilios de la casa del Señor y vuelvan todos los desterrados de Babilonia a este lugar. 7 Pero oye ahora esta palabra que voy a hablar a tus oídos y a oídos de todo el pueblo: 8 Los profetas que fueron antes de mí y antes de ti desde la antigüedad, profetizaron guerra, calamidad y pestilencia contra muchas tierras y contra grandes reinos.

9 Si un profeta profetiza paz, cuando la palabra del profeta se cumpla, ese profeta será conocido como el que el Señor en verdad ha enviado». 10 Entonces el profeta Hananías quitó el yugo del cuello del profeta Jeremías y lo rompió. 11 Y Hananías dijo en presencia de todo el pueblo: «Así dice el Señor: “De esta manera romperé dentro de dos años el yugo de Nabucodonosor, rey de Babilonia, del cuello de todas las naciones”». Luego el profeta Jeremías se fue por su camino.12 Después que Hananías había roto el yugo del cuello del profeta Jeremías, vino a Jeremías la palabra del Señor: 

13 «Ve y habla a Hananías: “Así dice el Señor: ‘Has roto yugos de madera, pero en su lugar harás yugos de hierro’. 14 Porque así dice el Señor de los ejércitos, el Dios de Israel: ‘Yugo de hierro he puesto sobre el cuello de todas estas naciones, para que sirvan a Nabucodonosor, rey de Babilonia, y le servirán. Y le he dado también las bestias del campo’”». 15 Y el profeta Jeremías dijo al profeta Hananías: «Escucha ahora, Hananías, el Señor no te ha enviado, y tú has hecho que este pueblo confíe en una mentira. 16 Por tanto, así dice el Señor: “Te voy a quitar de sobre la superficie de la tierra. Este año morirás, porque has aconsejado la rebelión contra el Señor”». 17 Y murió el profeta Hananías aquel mismo año, en el mes séptimo.

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Marcos 14
Complot para prender y matar a Jesús
14 Faltaban dos días para la Pascua y para la Fiesta de los Panes sin Levadura; y con engaño, los principales sacerdotes y los escribas buscaban cómo prender y matar a Jesús; pero decían: «No durante la fiesta, no sea que haya un tumulto del pueblo».

Jesús ungido en Betania

3 Estando Él en Betania, sentado a la mesa en casa de Simón el leproso, vino una mujer con un frasco de alabastro de perfume muy costoso de nardo puro; y rompió el frasco y lo derramó sobre la cabeza de Jesús. 4 Pero algunos estaban indignados y se decían unos a otros: «¿Para qué se ha hecho este desperdicio de perfume? 5 Porque este perfume podía haberse vendido por más de 300 denarios, y el dinero dado a los pobres». Y la reprendían.6 Pero Jesús dijo: «Déjenla; ¿por qué la molestan? Buena obra ha hecho para Mí. 

7 Porque a los pobres siempre los tendrán con ustedes; y cuando quieran les podrán hacer bien; pero a Mí no siempre me tendrán. 8 Ella ha hecho lo que ha podido; se ha anticipado a ungir Mi cuerpo para la sepultura. 9 Y en verdad les digo, que dondequiera que el evangelio se predique en el mundo entero, también se hablará de lo que esta ha hecho, para memoria suya».

Traición de Judas

10 Entonces Judas Iscariote, que era uno de los doce discípulos, fue a los principales sacerdotes para entregarles a Jesús. 11 Cuando ellos lo oyeron, se alegraron y prometieron darle dinero. Y él buscaba cómo entregar a Jesús en un momento oportuno.

Preparación de la Pascua

12 El primer día de la fiesta de los panes sin levadura, cuando se sacrificaba el cordero de la Pascua, los discípulos le preguntaron* a Jesús: «¿Dónde quieres que vayamos y hagamos los preparativos para que comas la Pascua?». 13 Él envió* a dos de Sus discípulos, diciéndoles*: «Vayan a la ciudad, y allí les saldrá al encuentro un hombre que lleva un cántaro de agua; síganlo; 14 y donde él entre, digan al dueño de la casa: “El Maestro dice: ‘¿Dónde está Mi habitación en la que pueda comer la Pascua con Mis discípulos?’”. 15 Y él les mostrará un gran aposento alto, amueblado y preparado; hagan los preparativos para nosotros allí». 

16 Salieron, pues, los discípulos y llegaron a la ciudad, y encontraron todo tal como Él les había dicho; y prepararon la Pascua.

Jesús identifica al traidor

17 Al atardecer llegó* Jesús con los doce discípulos. 18 Y estando sentados a la mesa comiendo, Jesús dijo: «En verdad les digo que uno de ustedes me entregará; el que come conmigo». 19 Ellos comenzaron a entristecerse y a decir uno por uno: «¿Acaso soy yo?». 20 «Es uno de los doce», les respondió, «el que moja el pan en el mismo plato que Yo. 21 Porque el Hijo del Hombre se va tal y como está escrito de Él; pero ¡ay de aquel hombre por quien el Hijo del Hombre es entregado! Mejor le fuera a ese hombre no haber nacido».

Institución de la Cena del Señor

22 Mientras comían, tomó pan, y habiéndolo bendecido lo partió, se lo dio a ellos, y dijo: «Tomen, esto es Mi cuerpo». 23 Y tomando una copa, después de dar gracias, se la dio a ellos, y todos bebieron de ella. 24 Y les dijo: «Esto es Mi sangre del nuevo pacto, que es derramada por muchos. 25 En verdad les digo, que ya no beberé más del fruto de la vid hasta aquel día cuando lo beba nuevo en el reino de Dios».26 Después de cantar un himno, salieron para el monte de los Olivos.

Jesús predice la negación de Pedro

27 Jesús les dijo*: «Todos ustedes se apartarán, porque escrito está: “Heriré al pastor, y las ovejas se dispersarán”. 28 Pero después de que Yo haya resucitado, iré delante de ustedes a Galilea». 29 «Aunque todos se aparten, yo, sin embargo, no lo haré», le dijo Pedro.30 Jesús le contestó*: «En verdad te digo que hoy, esta misma noche, antes que el gallo cante dos veces, me negarás tres veces». 31 Pero Pedro con insistencia repetía: «Aunque tenga que morir junto a Ti, no te negaré». Y todos decían también lo mismo.

Jesús en Getsemaní

32 Llegaron* a un lugar que se llama Getsemaní, y Jesús dijo* a Sus discípulos: «Siéntense aquí hasta que Yo haya orado». 33 Tomó* con Él a Pedro, a Jacobo y a Juan, y comenzó a afligirse y a angustiarse mucho. 34 «Mi alma está muy afligida, hasta el punto de la muerte», les dijo*; «quédense aquí y velen».35 Adelantándose un poco, se postró en tierra y oraba que si fuera posible, pasara de Él aquella hora. 

36 Y decía: «¡Abba, Padre! Para Ti todas las cosas son posibles; aparta de Mí esta copa, pero no sea lo que Yo quiero, sino lo que Tú quieras». 37 Entonces Jesús vino* y los halló* durmiendo, y dijo* a Pedro: «Simón, ¿duermes? ¿No pudiste velar ni por una hora? 38 Velen y oren para que no entren en tentación; el espíritu está dispuesto, pero la carne es débil».39 Él se fue otra vez y oró, diciendo las mismas palabras. 

40 Y vino Jesús de nuevo y los halló durmiendo, porque sus ojos estaban muy cargados de sueño; y no sabían qué responder. 41 Vino* por tercera vez, y les dijo*: «¿Todavía están durmiendo y descansando? Basta ya; ha llegado la hora; miren, el Hijo del Hombre es entregado en manos de los pecadores. 42 Levántense, vámonos; ya está cerca el que me entrega».

Arresto de Jesús

43 En ese momento, mientras Jesús estaba todavía hablando, llegó* Judas, uno de los doce discípulos, acompañado de una multitud con espadas y palos, de parte de los principales sacerdotes, de los escribas y de los ancianos. 44 Y el que lo entregaba les había dado una señal, diciendo: «Al que yo bese, Ese es; lo prenden y se lo llevan con seguridad».45 Cuando llegó Judas, inmediatamente se acercó a Jesús y le dijo: «¡Rabí!». Y lo besó. 46 Entonces ellos echaron mano a Jesús y lo prendieron. 

47 Pero uno de los que estaban allí, sacando la espada, hirió al siervo del sumo sacerdote y le cortó la oreja.48 Y dirigiéndose Jesús a ellos, les dijo: «¿Cómo contra un ladrón han salido con espadas y palos para asegurarse que me arrestaban? 49 Cada día estaba con ustedes en el templo enseñando, y no me prendieron; pero esto ha sucedido para que se cumplan las Escrituras». 50 Y abandonando a Jesús, todos huyeron.

Un joven sigue a Jesús

51 Cierto joven seguía a Jesús, vestido solo con una sábana sobre su cuerpo desnudo; y lo prendieron*; 52 pero él, dejando la sábana, escapó desnudo.

Jesús ante el Concilio

53 Llevaron a Jesús al sumo sacerdote, y se reunieron* todos los principales sacerdotes, los ancianos y los escribas. 54 Pedro lo siguió de lejos hasta dentro del patio del sumo sacerdote y se sentó con los guardias, calentándose al fuego. 55 Y los principales sacerdotes y todo el Concilio procuraban obtener algún testimonio para dar muerte a Jesús, pero no lo hallaban. 56 Porque muchos daban falso testimonio contra Él, pero sus testimonios se contradecían. 

57 Algunos, levantándose, daban falso testimonio contra Él, diciendo: 58 «Nosotros le oímos decir: “Yo destruiré este templo hecho por manos, y en tres días edificaré otro no hecho por manos”». 59 Y ni siquiera en esto coincidía el testimonio de ellos.60 Entonces el sumo sacerdote levantándose, se puso en medio y preguntó a Jesús: «¿No respondes nada? ¿Qué testifican estos contra Ti?». 

61 Pero Él se quedó callado y nada respondía. Le volvió a preguntar el sumo sacerdote: «¿Eres Tú el Cristo, el Hijo del Bendito?». 62 Jesús le contestó: «Yo soy; y verán al Hijo del Hombre sentado a la diestra del Poder y viniendo con las nubes del cielo».63 Entonces el sumo sacerdote, rasgando sus ropas, dijo*: «¿Qué necesidad tenemos de más testigos? 64 Han oído la blasfemia; ¿qué les parece?». Y todos lo condenaron, diciendo que era digno de muerte. 

65 Y algunos comenzaron a escupir a Jesús, le cubrían el rostro y le daban puñetazos, y le decían: «¡Profetiza!». También los guardias lo recibieron a bofetadas.

La negación de Pedro

66 Estando Pedro abajo en el patio, llegó* una de las sirvientas del sumo sacerdote, 67 y al ver a Pedro calentándose, lo miró y dijo*: «Tú también estabas con Jesús el Nazareno». 68 Pero él lo negó, diciendo: «Ni sé, ni entiendo de qué hablas». Entonces Pedro salió al portal, y un gallo cantó. 69 Cuando la sirvienta lo vio, de nuevo comenzó a decir a los que estaban allí: «Este es uno de ellos».

70 Pero Pedro lo negó otra vez. Poco después los que estaban allí volvieron a decirle: «Seguro que tú eres uno de ellos, pues también eres galileo». 71 Pero él comenzó a maldecir y a jurar: «¡Yo no conozco a este hombre de quien hablan!». 72 Al instante un gallo cantó por segunda vez. Entonces Pedro recordó lo que Jesús le había dicho: «Antes que el gallo cante dos veces, me negarás tres veces». Y se echó a llorar.

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